domingo, octubre 09, 2005

Séptima avenida...

Camino por mi larga avenida pensando en que quiero ser artista anónimo, quizás fotógrafo, quizás retratista (aunque sería pésima), talvez cantante, actriz o simplemente una francesa que vive en Chile y no habla francés... Mientras camino recuerdo cuántas veces la avenida me ha escuchado hablar, ensayando discursos, cantando, imaginando situaciones, encontrándome en la esquina de siempre con mi amiga Evelyn, recorriendo en bicicleta cada metro suyo...
De día, al atardecer, de noche, mi avenida conoce mis lados transparentes y oscuros, mis secretos, los suspiros cuando alguna vez se cruzó en mi camino algún personaje que activó mis palpitaciones, despedidas, encuentros, viajes al colegio, a la Universidad, citas, regresos.
Antes rodeada de grandes casonas, hoy de altos edificios y luces un tanto más claras...
Camino contra el tiempo y a las 8:10 ese colegio de la esquina está cerrando sus puertas, los padres conversan afuera del portón. A las 8:15 pasa ese hombre de jockey que siempre murmura algo cuando me ve. Luego veo ese viejo auto azul con la pintura gastada que conduce el hombre que ha ido a dejar a su esposa al metro para ir a trabajar.
Son las 3 y está ese taxista limpiando su auto, un joven rubio se apresta a salir de su casa y abre la reja para sacar su camioneta.
Ya estoy cansada y de pronto encuentro a la Malva que va a su casa de la mano de su pololo cerca de las 4, a las 4:30 vuelve a pasar soltera y sin compromiso. La Roxana pasea en coche a su bebé que está cada vez más adorable, son las 5 y puedo sentir cómo se asoma sutilmente el olor a pan amasado a mi olfato... A ratos la avenida se hace larga cuando debo caminarla con altos tacones y ahí está ese perro que llevo viendo por más de 15 años. Ya es tarde y mi mamá vuelve cansada del trabajo, salgo a su encuentro y veo al Eduardo que va o viene de estar con sus amigos y me saluda desde el frente.
Paso por fuera de ese edificio nuevo y la luz se enciende e ilumina la calle. Son las 10: 30 y ya la recorro por última vez en el día, aunque en ciertas ocasiones me despido de mi avenida mucho más cerca del amanecer.
Cuántas historias habrán pasado por ella, mi hermana podría contar unas cuántas, yo al menos, un par de otras...

1 comentario:

blue dijo...

Miren que en democracia sabía correr por transversales y avenidas.
Poemas , me convertí en poema para saber esconderme en letras y depositar tanto querer agolpado en el cuerpo enfermo, casi muerto cuando no respira de vergüenza y pena.
Muerde la oreja de cabecita de calabacita.
golpea a puñal el rostro,
Clava miradas., ¿no ves como enfermo de esa enfermedad de muerte?
(Debería convocar astros y pedir clemencia.)
iba en silencio coleccionando sus pasos, tantas despedidas y regresos,
todos en mi colección de tristes renuncias.
He casi muerto todas estas horas.
Sin más poemas,
No necesito poemas.
Muerde la distancia.
¿No ves como de mi regreso, sin más voz no existes?
Ya no existes ni en democracia, ni en dictadura de mis pulsos.
Y en la muerte y en la vergüenza
consumí el último sueño de besar la melancolía que me producían
las tardes junto a ti.

POEMA "TRANSVERSALES Y AVENIDAS"...