lunes, agosto 07, 2006

Rehabilitación

Borré todos sus mensajes de mi teléfono, pero antes los transcribí en la pequeña libreta que lleva mi nombre estampado en la tapa y que me dio el Lalo para un día de la amistad. Escribí también la fecha en que me los envió, para no olvidar que alguna vez me quiso...
Quizás no debí conservar esa libreta, al menos debí arrancar esas hojas... tal vez debí abandonar hasta el más mínimo recuerdo.

Supe esa tarde que estaba en su camioneta con ella... sólo la noche anterior había estado conmigo y esa tarde ya estaba con alguien más, aunque no sólo fue esa tarde, también antes... también después...
De pronto comencé a creer que no existían más que esas camionetas por las calles de Santiago... todas del mismo color, todas iguales... De pronto todos los rincones que me pertenecían parecían ignorar mi invisible presencia...
Un punto de encuentros que se transformó en un abismo de desencuentros, los silencios, la música, mis ojos cerrados, mis miedos escondidos... un helado en un pequeño escalón, un viaje en metro en el que en realidad el único pasajero siempre fui yo... una pequeña toalla azul, una casa que se construyó lentamente y nunca vi terminada...

No recuerdo rostros, ni voces, sólo sé que alguna vez vi y escuché...
21 escalones en el metro, 1150 pasos hasta esa casa que tantas veces visité en la oscuridad y que sin darme cuenta me escondía de la realidad...

Siempre consideré una debilidad gratuita no levantarse fuerte y digno después de vivir ciertas pruebas emocionales, me resultaba egoísta no pensar que en tantos puntos del planeta hay gente sufriendo por cosas de verdad terribles. Tirarse a la cama y llorar por experiencias y dolores que tarde o temprano se superan, era una muestra de poca seriedad, pero ahí estaba, tragando mis propias palabras...

Después vi esa película... Definitivamente hay películas, libros o simples canciones que están destinadas a ser un mensaje en ciertas vidas como la mía, como lecciones que se entregan infiltradamente a través de personajes ficticios creados por mentes extrañas e inteligentes que de alguna manera pudieron describir ciertos sentimientos que se hacen presentes en un determinado momento. Eso tal vez debiera llevar a concluir que los mismos dolores son recurrentes en muchas personas y cada cual los vive a su modo, pero la circunstancia de que todos vivan dolores semejantes, no le quita mérito al dolor mismo, que incluso puede llegar a ser un dolor letal.
Ahí estaba frente al televisor, absorbida por la historia... divagando entre la ficción y la realidad... pensando en si realmente podría existir una máquina capaz de borrar recuerdos, de eliminar presencias, de anular la existencia de lo que alguna vez fue y hoy se había transformado en una tortura de bolsillo, de esas que llevas donde quiera que vayas...
Después de horas sumergida en las más extrañas teorías de mi mente, decidí despedirme del fantasma que deambulaba a mi alrededor, le pedí que se despidiera también, que me dejara vivir, respirar sola... pero me jalaba hacía él, me encerraba en ese mundo extraño que había creado en base a fantasías que yo por tanto tiempo creí... Caí muchas veces... pero un día dejé de hacerlo...
Y luego viene ese momento en que se deja de creer, de soñar... la primera etapa del ciclo de limpieza en que se rehabilita el alma del engaño y la desilusión, tal como un drogadicto limpia su cuerpo y se rehabilita de su adicción...
Pasó un largo tiempo, pasaron los días grises que parecen durar años, pasó la picazón en los dedos por marcar un número telefónico... pasó el deseo que pese a todo volviera... pasó la irracionalidad de estar dispuesta a continuar el calvario con tal de conservar mi droga...
Y volví a respirar, porque aunque antes se crea imposible, ese día llega... y desde el silencio de mi larga soledad autoimpuesta aprendí a creer otra vez sin tapujos, porque se puede volver a creer... y esta vez sentí esa magia de la que antes me hicieron sentir culpable, y aprendí a decir “te quiero” sin vergüenza, y aprendí a extrañar sin miedo... a amar más allá de los contactos, a necesitar la simpleza de una voz diciendo “sólo necesitaba decirte buenas noches, mañana nos vemos en Horcón”...

sábado, agosto 05, 2006

El arte culinario y yo...

Nunca he sabido cocinar bien, lo reconozco... Cuando iba al colegio, todas mis compañeras ya sabían hacer tallarines a los 12 años... yo sentía que tenía mucho tiempo por delante para aprender, así que no me preocupé mayormente ni me sentí presionada...
Llegaba a mi casa impresionada contándole a mi mamá que mis compañeras podían entrar a la cocina y hasta preparaban algunas cosas, y ella me respondía que había aprendido a cocinar a los 9, porque mi abuela vivía hospitalizada y tuvo que aprender a ser autosuficiente junto a sus hermanos desde muy chiquitita.... Me daba pena esa historia, pero afortunadamente yo no tenía ese problema y siempre pensé que mi mamá jamás enfermaría ni menos moriría... para mí todos eran mortales, menos mi familia...
Y a los 15, ya en tercero medio, la Bárbara me invitaba a almorzar de vez en cuando después del cole; para mí era tan sorprendente cuando al llegar a su casa era ella la que comenzaba a cocinar... yo no podía aportar ni aliñando la ensalada... ella en cambio, picaba las verduras, descongelaba el pollo y hacía lo suyo... ¿yo? Iba a comprar la bebida...
De alguna manera siempre me desligué de la cocina de mi casa... era como el cuarto al que no debía entrar... creo que mi mamá tuvo mucha culpa... le tenía pánico a que me quemara con aceite o algo.... ya a los 3 años la había hecho pasar un gran susto cuando tomé la leche caliente y se derramó en mi brazo... talvez me refugié en ese episodio para justificar mi ignorancia culinaria...
Hasta que llegó el día... debía rascarme con mis propias uñas... mi mamá ya trabajaba todo el día, todos teníamos distintos horarios... el que tenía hambre o moría de inanición o cocinaba...
Por un tiempo lo de la inanición funcionó... luego aceptaba invitaciones a almorzar de mis compañeros en la Universidad y después, cuando ya no pude huir más, me encontré en un duelo frente a frente con mi cocina...
Ahí estaban en el refri las verduritas esperándome, en la alacena los fideos, el arroz, las conservas... en los frasquitos los condimentos y en el mueble café las ollas y otras cosas parecidas a las ollas que tenían un mango más largo (con el tiempo supe que se llamaban sartenes) ¿y ahora? ¿quién iba a ayudarme?
Comencé por los fideos... ya había pasado de los 20 y aún no sabía hacer una sopa Maggie... llamé al Eduardo para preguntarle las indicaciones... él es tan pésimo chef como yo, pero es hombre y al menos sabía hacer tallarines, hasta ricos le quedaban...
Se me pegaron un poco, pero podían comerse y además era el primer intento... fue así como sentí que era capaz, así comencé a inventar cosas, a descubrir el nombre de nuevos alimentos... aunque el arroz jamás me funcionó...
Ahora no cocino mucho tampoco, pero el salmón y las ensaladas son mi especialidad... ni hablar de los tallarines... me hice una experta en ellos, hasta salsas he inventado... los champiñones son el acompañamiento universal, y hasta puedo armarme de valor para invitar a comer a alguien, pero no me saquen de mis 4 alternativas en el menú, fuera de eso soy un desastre... no me hablen de cazuelas, estofados o porotos, háblenme de zapallos italianos, fideos, queques y huevos, ésos los sé hacer cocidos y revueltos...
En fin... la cocina es un arte dicen por ahí... yo sólo soy una pequeña amateur... a seguir creando...

miércoles, agosto 02, 2006

Diagnóstico

Lunes 30 de agosto del 2004

Esta cuestión de la intoxicación me ha hecho pensar...
El doctor me dice que soy alérgica al lingue, pero yo sinceramente creo que no fue el lingue lo que me provocó esa reacción extraña, na' que ver, yo sigo siendo alérgica a cuestiones que conozco desde hace ratito ya, pero me hecho la tonta no más, pa' evitar gastos médicos que consideraba innecesarios.
Yo soy alérgica a los gatos, ¡¡¡qué antiguo!!! Pensé que era alérgica a un solo gato, al único único gato, pero he reflexionado mucho al respecto y concluí que soy alérgica a todos los gatos, todo el rato lo soy. O sea, si veo a alguien parecido al gato que activó mi alergia, me tengo que alejar rapidito rapidito, porque la alergia se me viene, se me viene con todo, me empieza a picar la garganta, me ahogo, no puedo hablar y eso es terrible para mí, se me agita el corazón y mil cosas más.
Pero si veo a un gato distinto al que conozco, pero que actúa parecido o reúne una que otra característica suya, igual me tengo que ir todo el rato rapidito, porque los gatos no son todos iguales, pero terminan haciendo lo mismo: rasguñar, maullar, romper las bolsas de basura que deja la gente en la calle, perseguir ratones, etc.
Entonces ¿cuál es mi diagnóstico?: Soy alérgica a los gatos, todo el rato lo soy.
Pero los gatos no son lo único que me enferman...
Me puse a pensar que este año me han dado fuertes dolores de cabeza, yo creí que era por el estudio, por los problemas típicos, pero no po', ni cerca del meollo del asunto. A mí me duele la cabeza por el ruido de la batería. Mi hermana toca la batería y hasta yo la toco a veces, pero los bateristas que hacen de la batería su instrumento de trabajo y ATAQUE son cosa seria, el sonido que provocan te pega en la nuca todo el rato, así que ese baterista top con cara angelical que conocí el otro día con la Eve sólo está ocultando su verdadera identidad, él quiso todo el rato atacar.
Yo conozco a un baterista que activó mi dolor de cabeza, lo raro es que no me pegaba en la nuca a mí sino que pegaba en la nuca conmigo ¡¡¡qué raro!!!, o sea, el dolor de cabeza era por el ruido de la batería, pero también por la conciencia que le pegaba a las paredes de mi cabeza. Conclusión: los bateristas pueden producir los síntomas al revés y al derecho.
Entonces yo creo que estoy mal, pero después analizo y creo que estoy regio, porque ya descubrí cuáles son los agentes patógenos que originan mis malestares, entonces estoy fabricando una vacuna; para eso tenía que tener contacto con una que otra bacteria, pero se trata de bacterias big malas que producen cuestiones heavy en la gente.
Después que tuve mi encontrón con las bacterias, estuve bien mal, pa' qué decir una cosa por otra, una bacteria me dejó la embarra' en el corazón y la otra en la cabeza, pero leí en un libro que las bacterias con las que se fabrican las vacunas pueden producir ciertas reacciones en el huésped, o sea yo, como fiebre, dolor de cabeza, náuseas. Ahora está todo claro, a eso se debía la fiebre de amor y la jaqueca, mera reacción a la vacuna. La buena noticia es que la vacuna al final te hace inmune a las bacterias, o sea, pueden atacar, pero se van a tener que ir sin éxito, o sea son el rival más débil, adiós...
(El que se acuerda se acuerda de este episodio... jajaja)