De niña siempre tuve mis manías... la comida era una tortura... que esconder las salchichas en el puré para que no se notara que no las comía, que rogar que no mezclaran el pescado y arroz y que eliminaran de mi sistema alimenticio la cebolla, los tallarines, la coliflor y todo lo que no fuera papas fritas...
Pero también desde niña tuve la manía de escribir, de esconderme tras las palabras en una hoja de cuaderno, de perderme en un romanticismo y una sensibilidad incomprensible para alguien de 7 años, de imaginar casi como si fuera real todo lo que creaba mi mente (que era la novia de Luis Miguel, que era cantante de pequeños escenarios nocturnos en algún lugar mágico)
Frutillas con crema, columpios rotos en la única plaza cercana a mi casa, zapatos de charol, largo pelo ondulado y recogido en 2 moños apretados que achinaban mis ojos, poesía que debía rimar o no era poesía, el Principito, el Gigante egoísta, la cabaña del tío Tom, mis primeros libros...
Todo eso fue hace algunos años, quizás más de algunos para mi disconformidad...
