sábado, septiembre 10, 2005

Alguna vez...

A ratos se vuelve extraño hablar con ciertas personas, sobre todo si han pasado años y hay heridas que nunca sanaron bien, peor aún, si no ha pasado tiempo, pero el silencio ha distanciado más que él.
Viejas amistades que regresan del baúl de los recuerdos, trayendo nostalgia, anécdotas de niñez, momentos llenos de magia... las voces ya dejan de ser familiares, pasan a ser irreconocibles... nuevas frases típicas, nuevas experiencias sin ti...
Alguna vez fui Andrea y hoy sólo soy Alejandra... Alguna vez salí con $1000 en mi bolsillo y me bastaba para ser feliz... Alguna vez me preguntaron ¿casémonos? y yo respondí que sí, sin pensar si era en serio o no...
Alguna vez alguien me dijo que moría de miedo por perderme y con el tiempo nos perdimos ambos... Alguna vez hice un pacto de amistad eterna que se rompió... Alguna vez tuve cable y recibía mails que nunca quise eliminar... Alguna vez jugué a la escondida en la esquina de mi casa con muchos amigos...
Sin embargo, parece ser verdad eso de que siempre viene un segundo round, una pequeña ventana por la que entran rayos de luz, una posibilidad al menos de hablar verdades que no se hablaron.
Que tengan que pasar años me parece casi una crueldad, es sólo un suspenso tensionante, pero bueno, siempre me ha costado encontrarle lógica a las cosas...

sábado, septiembre 03, 2005

Plaza Brasil

Y salgo de mi casa a decirle que lo amo. La larga y oscura avenida es testigo de mis pasos titubeantes, la estación del metro advierte que me acerco a su encuentro. Plaza Brasil es mi destino... niños jugando, amores naciendo y heridas sangrando. Los minutos pasan y el corazón me evidencia, sus latidos silencian el ruido de la noche. Él llega y no lo escucho... su indiferencia destruye mi espontáneo discurso, mis palabras de amor se derraman por el suelo y escriben el fin de una historia, una de tantas que ha muerto en la Plaza Brasil.

Cita

Ahí voy yo, caminando hacia esa Iglesia a eso de las diez, ahí está él mirando cómo me acerco. Mis rodillas tiemblan, pero sigo avanzando para no caer al piso. Me reconoce desde la vereda opuesta y esperamos que los autos dejen libre la calle para juntarnos en medio de ella. Caminamos por el centro de Santiago, con frío por el otoño que hace poco ha iniciado... comenzamos a conocernos y mientras lo escucho me doy cuenta que se parece tanto a ese viejo amor, entonces lo recuerdo... todavía lo quiero tanto, pero me encanta no extrañarlo por un momento.

Amigos

Todo está cerrado, el centro parece tan distinto a como suele ser. No hay gente, pero eso aporta una cuota de romanticismo especial. Nos sentamos a conversar y luego descubrimos un lugar en medio de la ciudad que ha abierto sus puertas, al parecer, sólo a nosotros. Él desayuna, yo tomo un jugo y pronto me veo envuelta otra vez en esas miradas que nos hicieron conocernos, esas miradas que no necesitan palabras, sólo nuestros ojos conectados... Caminamos, tomamos el metro... casi no hay nadie, no hay testigos, entonces ya no parecemos amigos, pero eso somos, amigos especiales...