jueves, enero 26, 2006

Jacinta in chains

Cadenitas, cadenitas... qué inusual para mí seguir cadenas... en los mails los elimino sin importar de quién vienen, pero en fin, romperé la tradición...
Se supone que debo escribir 5 cosas locas mías... siento que es como desnudarse un poco el alma, pues las locuras vienen de lo más hondo... y junto con eso debo nominar a 5 personas más... bueno acá voy...

1. Jamás camino sin hablar... cada día debo recorrer una avenida de 5 largas cuadras hasta mi casa y cada paso va acompañado de las historias más extrañas creadas por mí... a ratos ensayo diálogos, me atrevo a decir lo que siento, a ratos canto, pero en general siempre hablo sola, hablando lo que creo pueden ser las respuestas de una persona X a la que que quiero decirle alguna cosa...

2. Junto con caminar, cuento los pasos que me dirigen a ciertos lugares...cuando chica hacía mapas del tesoro (10 pasos a la izquierda, 20 a la derecha... blablabla...)

3. Me gusta descubrir libros, canciones y películas interesantes, mágicas, ojalá desconocidas masivamente... para poder compartirlas con ciertas personas que creo tendrán la misma opinión sobre ellas... de manera que esas personas siempre puedan recordarme con ese libro, esa película o esa canción... me duele que me olviden... quizás en eso soy un tanto egocéntrica...

4. Actúo en mi casa todo el tiempo... a veces estoy todo el día imaginando que estoy en Francia grabando una película... escribo cortos y los actúo como si una cámara me siquiera por cada rincón...

5. Escribo diariamente lo que siento... escribo intensamente sobre el dolor, el amor, la amistad... y cuando me siento preparada o con menos miedo, envío lo que he escrito a las personas involucradas en mis palabras... es la mejor forma que tengo de ser sincera... a veces es demasiado tarde... pero la voz me juega en contra cuando veo un rostro cara a cara... entonces la escritura me ayuda a enfrentar mi timidez...

Bonus track: me creo francesa, creo fervientemente que pertenezco allá, y lo más raro es que no hablo nada de francés... con suerte me he hecho coleccionista de películas francesas o pintores o músicos... algo me une a ese lugar...

En fin... quizás no todo sea tan extraño... es más... puedo casi parecer normal... pero prefiero que el resto de mis excentricidades puedan ser descubiertas por las personas que llegan a ser realmente importantes para mí... y así mismo, me encanta descubrir excentricidades en los demás...

Y ahora... mis nominados son:

Alejandro_76 www.paolosolar.blogspot.com
Azul www.amacablue.blogspot.com
M.A.R.C.E www.remarce.blogspot.com
Principe de las tinieblas www.tierradelastinieblas.blogspot.com
daymond www.entrecruzamientos.blogspot.com

viernes, enero 20, 2006

Tierra de campeones...

Estoy en Iquique... camino cada día por la orilla del mar... paso por todos los sectores marcados por distintos tipos de personas... los surfistas y los pequeños niños que no pasan de 4 años, tomando clases con sus trajes y tablas, perfectamente equipados...
"Recuerdo que siempre me ha llamado la atención esto de la divisíón de las playas..."
Al fondo los team de las discos más top, todas las niñas lindas, con el mismo uniforme sensual... los hombres todos altos, piel dorada y absolutamente tonificados... y entonces me abstraigo de la realidad (cosa que por más que evito no puedo dejar de hacer)... tomo un libro y me olvido tanto que estoy recostada en la arena bajo el sol intenso, que cuando acabo ya todo mi cuerpo está más bronceado que de costumbre y me arden las mejillas... la gente que estaba a mi lado ya no se está y en cambio hay otros...
Entonces analizo cada cosa y comienzo mi viaje constante a través de mis pies que me llevan a caminar otra vez... descubro una calle (quizás miles la han descubierto antes), tiene pequeñas lozas, hay gente que ha dejado recuerdos en ellas.... "Andrea y Felipe... estuvieron aquí en 1994", "Evelyn y Javiera, amigas por siempre", "Amanda y Benjamín, se amarán por siempre"...
Desde ahora es mi calle, yo también dejé mi recuerdo, pero sólo mío, sólo soy yo, no hay nadie que se adjunte a mi recuerdo... soy una pequeña ermitaña que a ratos sociabiliza como si nada... que a ratos se abstrae de todo y sólo divaga en esa tierra sin más habitantes que ella... esa doble personalidad extraña que aún no puedo comprender, eso de tener una meta distinta cada día, de querer disfrutar la vida, de no querer hacerlo...
Iquique, tierra de campeones, de gente morena separada del resto, del mango, y esa fruta tan exquisita que no puedo dejar de disfrutar... Casas antiguas, pies con arena... mi piel más morena, mi pelo desordenado y salado por el viento... mis libros, mi madre... mi timidez, mis ganas de conocer todo...

sábado, enero 14, 2006

Un sueño sin fin....

No limpió el maquillaje de su rostro... no quiso perder de vista ni un minuto esa ventana... la ropa colgada esperando secar, los ojos brillantes de no pestañear... rojos, negros, sucios, despiertos y dormidos, nunca lo supo bien, quizás no fue ni lo uno ni lo otro, quizás nunca estuvo completamente dormida ni completamente despierta...
Tomó su pequeño bolso gastado y viejo, limpió su cara rápidamente como si el tiempo la presionara, y corrió sin saber bien la dirección, un par de frases nacieron en su mente, casi una canción, casi la página de un libro...
Polera, falda y endebles chalas... calor y de pronto... imprevista lluvia, los pies embarrados, el pelo balanceando gotas de agua que caían sobre los hombros desnudos...
La lluvia la descubrió, desprotegida, entre la nada sin saber en qué punto exacto se encontraba, sólo había contado los pasos por si ya no sabía volver.
Se detuvo bajo ese árbol que apareció de pronto, como si ella lo hubiese puesto allí con su mente, en aquella calle, frente a esa casa... en silencio escuchaba murmullos... de pronto la curiosidad ya había abordado sus pensamientos, el saber qué habla la gente en una casa, a esa hora, con lluvia, sin frío... y entonces se transformó en espía, espía de nadie, de todo...
5237 pasos a esa casa, hizo una mapa en su mente para no olvidar jamás ese lugar tan extraño, donde el silencio era casi absoluto (salvo por esos lejanos murmullos) y el vacío absorbente, salvo por ese árbol, esa calle y esa casa. –a veces pasamos el día olvidando cómo pasa el tiempo-. La cruz de su mapa imaginario estaba sobre esa vieja vereda, levantada por las raíces del añoso árbol que la cubrió aquella tarde...
Un niño sobre el árbol descubrió el espionaje... la mira, la coarta, la asusta... -Cómo fue que ese niño apareció de pronto, y sobre su cabeza-... Corre desesperada y luego se detiene extrañamente tranquila... 900 pasos más, ya son 6137 desde que escapó por la ventana...
Llega a un lugar distinto, muy diferente al anterior... multitud, muchas casas, ruido, calles que convergen casi infinitamente... y entre todo un paisaje reducido a 50 metros cuadrados... mar, pasto, árboles cargados de deliciosas frutas y personas disfrutando las más excéntricas e interesantes literaturas... Tiene una extraña sensación de completa armonía, es un momento perfecto, las luces tenues, el suave murmullo de una ciudad lejana o cercana, no parece muy claro... Cierra los ojos fuerte, por si lo que ve en realidad es un sueño... los abre y todo cambió... ahora no hay más que un hombre leyendo a los demás... –A veces creo que todos cambian de aspecto deliberadamente a mis espaldas-.
No entiende mucho, pero está llena de una placentera sensación... respira profundamente, la vida es simple y clara...
De pronto la gente se dispersa y desaparece haciendo paso a un viejo con un tocadiscos entre sus manos, en medio de un riachuelo que desemboca en ese pequeño mar... el tocadiscos elige una antigua canción francesa... En ese instante todo vuelve a su memoria... la gente leyendo, los 900 pasos, el niño descubriendo su curiosidad, el árbol, la casa y esa calle, el mapa en su mente... 5237 pasos y una ventana, la ropa tendida esperando secar, ella casi inerte con los ojos sucios, negros y rojos, en su cama, soñando, con una luz intensa que la invita a escapar...
Dos segundos y todo lo olvida otra vez, una luz intensa la despierta y se encuentra atónita frente a una ventana con la pintura del marco quebrajándose, parece mostrar algo sin importancia, pero hay algo más... no limpió el maquillaje de su rostro... no quiso perder de vista ni un minuto esa ventana... la ropa colgada esperando secar, los ojos brillantes de no pestañear... rojos, negros, sucios, despiertos y dormidos, nunca lo supo bien, quizás no fue ni lo uno ni lo otro, quizás nunca estuvo completamente dormida ni completamente despierta...
Todo vuelve a empezar....

martes, enero 10, 2006

Años de colegio...


Diciembres atrás

Desde que entré a la Universidad, esta época del año dejó de ser entretenida para mí. Es tiempo de estar felices y de preparar el espíritu navideño, pero yo cada fin de año debo estudiar para los exámenes y ver cómo el resto de la gente disfruta. Lo peor de todo, es que el resto de las universidades ya está terminando el año académico y la mía termina en enero... en fin... la vida del estudiante, todo por un sueño... la vida es sueño...
Recuerdo cuando iba al liceo, eran buenos tiempos, me parece increíble que hayan pasado cuatro años. Da un poco de nostalgia recordar cuando la Bárbara, la Yaninna y yo éramos inseparables y nos contábamos todas nuestras aventuras en los recreos y también en horas de clases, aunque en realidad las aventuras eran mías y de la Bárbara, la Yaninna era como nuestra mamá, nos escuchaba y se reía con nuestras tonteras.
La Bárbara siempre será esa niña tierna y loca que sólo se puede describir en dos palabras: La Yayi. Es una amiga muy especial que siempre aparece cuando menos lo espero y más la necesito, basta escuchar su voz para que mi ánimo suba. Es tan graciosa, que la recuerdo y se esboza una sonrisa en mi rostro. Hicimos muchas payasadas juntas. Recuerdo las llamadas anónimas a su Gonzalo y al Alfredo, ahora me da vergüenza recordar esas actitudes de cabras chicas, pero eso éramos, unas cabras chicas que gozaban la vida, riéndose y lamentándose todo el día de sus romances algo tormentosos y de sus amores idealizados, basados en la utopía y en una perfección inexistente, claro que eso lo sabemos ahora, porque si nos juntamos a recordar nuestras experiencias, probablemente necesitemos más de un día para reírnos y aceptar que fuimos capaces de hacer muchas cosas que ahora ni se nos pasarían por la mente, aunque no estoy tan segura, porque esas niñas del colegio siguen bastante vivas dentro de nosotras.
La Yaninna, por otra parte, siempre fue una niña piola, la mejor compañera del curso, pero con un genio que asustaba cuando le tocaba manifestarse. Ella sólo escuchaba y reía, seguía escuchando y seguía riéndose. Era la más responsable de las tres, cumplía con todas las tareas, traía hechos los mapas de Historia de su casa y nosotras con la Yayi se los copiábamos todas apuradas en la mañana. No decía ninguna palabra fuera de lugar, sus medias llegaban casi hasta sus rodillas, se abrochaba todos los botones de la blusa y su corbata casi la ahorcaba, andaba con su equipo de gimnasia perfectamente impecable en un bolso anexo a su gran mochila y yo me lo conseguía ese mismo día con las niñas de los otros cursos. Esa era la Yaninna, tan única, tan linda, con un moño que nunca se soltó, con un nerviosismo típico de ella antes de cada prueba, que sólo desahogaba apretándome muy fuerte. Llegó siendo tan distinta a como salió del colegio. Peleó con el profesor de Filosofía, “el chico Silva”, aprendió a soplar en las pruebas, a escapar del colegio, en fin, muchas cosas.
Las travesuras con la Bárbara, la pileta de la Plaza Santa Ana, que nos recibía en sus aguas al finalizar el año, las cimarras tan abundantes de 4to, las fugas por el estacionamiento después de estar largos ratos escondidas tras los basureros o los autos de los profes, o cuando abríamos el portón y salíamos corriendo, el capear clases encerrándonos en el baño toda una hora o escondiéndonos en la biblioteca, las camisas rayadas de fin de año o cuando bajamos a la piscina abandonada del liceo creyéndonos chicas malas, todo eso está tan guardado en mi mente, que me hace odiar más la Universidad. No me gusta darme cuenta que estoy creciendo, quisiera haber tenido toda la vida 16 años.
En la fiesta de graduación fui la única con acompañante, el Gonzalo dejó plantada a la Yayi a última hora, así que yo llamé a un vecino suyo y le dejé un mensaje bastante fuerte que ojalá haya recibido, porque lo odié por lo que le hizo a mi amiga. La Yaninna había decidido ir sola desde siempre y yo hubiese preferido haber ido sola también, pero ya no fue. Nuestras familias se unieron en una sola mesa, estábamos todos juntos, los papás de la Yayi, los de la Yaninna, los míos, el Alfredo y nosotras. Nos veíamos muy lindas y no admito comentario en contrario. Lo pasamos muy bien y, cuando terminó la fiesta, dormimos todas en mi casa.
En esos años el estudio era mínimo, me iba bien, pero si hubiese estudiado lo que ahora estudio, seguramente me habría ido mucho mejor. A pesar de que éramos bien conversadoras y traviesas en clases, los profesores nos tenían mucho aprecio. Nos sentábamos al frente de la mesa del profesor, porque aunque no lo parezca, es un lugar estratégico para copiar, ya que los profesores, cuando había prueba, se ubicaban al fondo de la sala para tener una vista más panorámica, y ahí nosotras aprovechábamos de comparar resultados o soplarnos algunas respuestas.
Recuerdo con mucho cariño a mi profesora de matemática, la Señorita Norma Valenzuela. El primer día de clases se presentó y dijo que a ella no le daba ni asco poner puros rojos en el libro. Todas le tenían miedo, pero nosotras no, porque la aprendimos a conocer y a querer. Hablábamos mucho con ella, era una mujer muy especial. De hecho, nosotras con la Yayi pedimos que ella nos entregara el diploma en la ceremonia de graduación. Me pregunto qué será de la Señorita Norma ahora. Lo que sí sé es que es la mejor profesora que tuve en toda mi vida escolar.
En el colegio, me hice famosa por mi facultad de imitar artistas. Durante cada recreo me paraba al frente de la sala y empezaba a imitar cantantes. Casi nadie salía, todas se quedaban viendo mi show y riendo sin parar (eso de dármelas de payasa lo he ido perdiendo, quizás siempre fue una forma de esconderme de mí misma, aunque a veces fluye entre amigos, esos pocos amigos que me conocen), pero lo más chistoso fue, sin duda, una disertación sobre "La Generación Espontánea" que tuvimos que dar la Yayi, la Yaninna, otra compañera que se llama Carolina Miranda y yo. Tenía que ser original, así que se nos ocurrió disfrazarnos de los fantasmas de unos científicos, pusimos música tétrica de fondo y cuando el científico elaboraba su hipótesis, le poníamos en la cabeza una ampolleta prendida y un pensamiento, como el de los dibujos animados en forma de nube. Fue muy gracioso, hasta el profesor estaba muerto de la risa. Esas cosas eran propias de nosotras, por eso me da tanta nostalgia pensar que en la Universidad eso es inexistente.
Pero siempre se conocen personas especiales, sólo que a veces están de paso por la vida y no perduran... en la Universidad debo agradecer el haber conocido a la Jarelly y sobre todo al Eduardo, que es mi amigo del alma. Los buenos amigos nunca dejan de formar parte de nuestra vida, podrán pasar años y yo seguiré recordando a la Yayi y a la Yaninna, a la Jarelly y al Eduardo, aunque ellos están más latentes, principalmente el Lalo, que es mi mejor amigo. La amistad es un regalo muy preciado y yo tengo la fortuna de poder decir que tengo grandes amigos.
El colegio, sin duda para algunos, es la época más linda de la vida, lamentablemente la valoramos cuando la dejamos atrás y pasa a formar parte de un pasado que jamás volverá, pero los recuerdos siguen más vivos que nunca y los amigos seguirán nutriendo nuestra vida, aunque los años sigan pasando...

jueves, enero 05, 2006

Amistad, decisión y otras cosas añejas...

Y finalmente ocurrió...
Nos convertimos en extraños, quizás siempre lo fuimos...
Ya no hay contactos, salvo los inevitables que sólo nos encuentran en algún lugar común o en alguna conversación en que ambos seamos parte de un diálogo por casualidad. Ya somos más parte de un desencuentro constante que quizás yo vislumbraba, pero como líneas de una historia que no era la nuestra. No hay conocimientos de nuestras vidas, ni abrazos, ni apoyo gratuito en que no sea necesario buscar ni pedir.
A pesar de todo puedo entenderlo, aunque la desilusión no mengua. Se trata de una especie de compensación en donde la deuda que no alcanza a cubrirse soy yo, sólo que hoy he decidido pagar esa deuda.
Siento que inevitablemente la gente que he logrado querer se va de mi vida, como si Dios me los prestara por un ratito y yo los cuidara y comenzara a quererlos sin trabas, entonces, cuando ya empiezo a sentirlos parte de mí, desaparecen, como si la única alternativa que tuvieran para seguir con sus vidas, fuera desprenderse de mí. Yo no tengo esa opción, al menos no la he tenido hasta ahora. Sólo soy un sujeto pasivo frente a la situación, nada puedo hacer, salvo aceptar. Quizás mis necesidades no sean del todo importantes, después de todo la exageración ha sido siempre una forma adoptada por mí, aunque involuntariamente.
Es tan extraño cómo parte de uno se proyecta de alguna u otra forma con cada persona que pasa a ser un personaje con parlamentos en el guión del libro de nuestra vida. A los padres unos los ve como abuelos de nuestros hijos, a los hermanos, como la compañía perfecta para un asado de fin de semana, un almuerzo dominical o unas vacaciones con sus hijos y los nuestros creciendo juntos. A los amores... con una familia común y los sueños consecuentes. A los amigos... bueno, los amigos son parte de todo eso anterior, comparten todas nuestras proyecciones.
De pronto todo eso se esfuma... pero es una posibilidad que siempre existe, sólo que durante un largo período se ignora, por no querer aceptar que puede ser el desenlace que nos toque a nosotros. Sin embargo hay cosas que nunca cambian, quizás los finales no sean los esperados, tal vez los proyectos no se concreten, pero lo vivido ya nadie puede destruirlo, y los recuerdos son gratis y absolutamente personales, viven dentro de cada uno y nadie puede privarnos de ellos. En alguna parte de nosotros siempre vivirá el recuerdo del otro, incluso un trozo de su olor.
Admiro esas decisiones, las entiendo absolutamente... sacrificar lo menos por lo más, lo más siempre será el amor verdadero, yo lo veo así. Quizás no he tenido la bendición de conocer el mío o de tenerlo algún día, tal vez mi visión del amor no es algo que se pueda llevar a la realidad, tal vez nadie pueda amarme de la forma en que yo quiero sentirme amada o tal vez nunca tenga que enfrentarme a una decisión tan radical como elegir, pero sí tengo la convicción de que el verdadero amor es de un valor que llena todos los espacios existentes en el mundo. Me encantaría que alguien pudiera sacrificar así por mí, si es que se le puede llamar sacrificio.
Tal vez no conozco del amor, mis intentos por conocerlos han sido fallidos, aunque no por eso menos intensos, pero sí conozco muy bien la amistad, eso sí.
La amistad es incondicionalidad, amor fraternal, oídos y abrazos, compañía (aún cuando no se solicite) y sacrificios también. Al parecer todas las manifestaciones de amor requieren sacrificios: tolerar humores, compartir tiempo que destinábamos a otro fin, aceptar regaños y verdades dolorosas. Entonces yo, que siempre me he esforzado por ser una buena amiga, debo ser capaz de entender eso.
Finalmente lo entiendo, y sólo me queda hacer mi parte: sacrificar mi lugar en tu vida, aunque tú lo hayas decidido antes.
Si Dios existe y te dio el verdadero amor, entonces tú eres mejor que yo en muchas cosas, y hoy lo valoras como lo que verdaderamente es: una bendición para los más religiosos, un regalo de valor no cuantificable para los más prácticos, por eso admiro que puedas vencer tus propias tentaciones por dignificarlo. Mi mensaje en esta historia es sólo vivir.... vivir, respetar y exaltar ese amor, por ser único, especial y por todo lo que te ha dado. Yo quedaré en ti, hasta que tu memoria se haga más frágil con los años y me olvides sólo como consecuencia de ello...