viernes, mayo 17, 2024

Crónica de una carta que nunca se envió

Vuelvo a escribir con este lápiz verde que va siempre junto a mí, recordando esos días en que necesitaba hablar a través de las palabras escritas. Esas palabras que mi voz no se atrevía a expresar, o no podía, porque llegaban tarde o, simplemente, no llegaban. 
Pienso también en que hace más de veinte años tú causabas gran parte de mis silencios hablados y de mis voces escritas, cuando me sentí atrapada en sentimientos que empezaba a descubrir de manera tan confusa, inocente e incluso torpe. Y bueno… no es que mis palabras fueran locuaces, pero eran sinceras y llenas de mí. De la que era en ese momento que duró tantos años. De la que tanto pudor hoy me provoca. 
Y a pesar de ser otro el momento, de ser otros nosotros, vuelvo a sentir a esa yo de antes como si nunca se hubiera ido. 
Sin embargo, hoy mi voz puede expresar algo más de lo que podía en aquellos años, aunque la vergüenza me asalte más tarde. Puedo decir que me gustas, a pesar de mi inseguridad. Puedo decir que te quiero, aunque sienta miedo de abrumarte. Lo cierto es que no podemos estar seguros de que habrá otra oportunidad de hacerlo. 
Por eso decido manifestarme a pesar de los temores. A tus silencios, a tus pausas, a tus murallas y a ese nosotros que hoy somos. 
Y aunque sólo seamos hoy, aunque mañana volvamos a ser otros e incluso nuestras voces callen, deseo decirte en este ahora, en este presente, que quiero cuidarte y hacerte reír cuanto sea posible. Quiero alegrar tus días y, con eso, alegrar los míos. Quiero recordar tu voz en una canción y que mi imagen pase por tu mente cuando suene algo que escuchamos juntos. Quiero que ambos aprendamos a hablarnos, dejando atrás los muros del pasado y el pudor del presente. A no asustarnos de los días malos, de la rutina o de lo complejo que pueda parecer todo. A abrazarnos y a contenernos, como si eso bastara. 
Quiero dejar una pequeña parte de mí en tus días, aunque eso sólo signifique que laves el envase de leche antes de llevarlo al reciclaje. Y quiero que seas parte de los míos, aunque sólo sea para sonreír al disfrutar de una obra de teatro que creí distinta. 
Y bueno, todo este preámbulo es porque es tu cumpleaños… Y es distinto, supongo, porque hoy te miro, te abrazo y te beso, desde otro lugar.
Y llego a este día, conociendo tantas etapas y partes de ti, que me siento feliz de compartir contigo la que considero mejor. Porque sé que tu travesía hasta hoy está llena de deconstrucción, evolución y procesos que incluso continúan, que admiro y me hacen quererte por quien eres hoy. 
Pero ¿sabes?, también quiero a ese tú de años atrás que estaba un poco perdido, que pensaba distinto a mí en tantas cosas, que llegó a mi vida de manera tan indescifrable que, a pesar del tiempo, las historias cruzadas, el agua bajo el puente, siempre ha estado conmigo de alguna manera. 
Creo que seguimos siendo indescifrables, por eso estamos aquí después de tantos años. Y creo que pase lo que pase, siempre lo estaremos. 
Por eso quiero seguir descubriendo tus misterios, aprender tus formas, recordar tus tonos, tus ritmos, y entregarte lo que soy como un lugar donde puedas sentirte seguro y ser tú mismo. 
Así que hoy y ahora, y si así tú lo quieres, te ofrezco mi compañía para que nunca más te sientas solo; mis ausencias –aunque presentes-, cuando necesites estarlo; mis brazos, mis caricias, y mis oídos, para disfrutar los buenos momentos y compartir aquellos que no lo son tanto; mi simpleza y mi complejidad; mi paciencia y todas las cualidades de la misma columna que te hacen reír y, supongo, elegirme. 
Feliz cumpleaños mi tú, mi amor, mi amigo… que sean muchos más en que podamos abrazarnos, reír y querernos. 
PD: Espero ames tu regalo. 

En una ciudad imaginaria, en un día y año imaginario.